domingo, 4 de septiembre de 2011

Sé que en algún lado me estás mirando

No tengo idea de quién sos. Si sos, no sos, si estás realmente acá, o es otro fallo de mi imaginación.
Pero voy a aprovechar el creerme esta situación para aclarar mi consciencia un poco.
No tengo idea si soy yo la que tiene que perdonarte, o pedirte perdón. Creo que un poco de ambas.
No fuí jamás una persona sumisa, y muchas de tus actitudes me llevaron a cultivar un grán desprecio hacia tu persona. Yo, siendo una nena, hacia vos, tán mayor, tán marchita, tán testaruda.
De adolescente jamás me tomé 5 minutos en ir a visitarte, siquiera en preocuparme por tu salud. Era como si nunca hubiésemos tenido una relación, como si no existiera un lazo sanguíneo.
Y no era tán así. Mis broncas desaparecieron, como barridas las últimas veces que te ví, doblada totalmente, imposibilitada de poder caminar, con tus ojos inyectados en sangre y una suave y delicada sonrisa, perdida, enmarcada por el esponjoso algodón que era ahora tu pelo. Sentí ternura, e incluso compasión.
Y ahora, mi último recuerdo tuyo es el que quisiera reemplazar por estas palabras, estas disculpas. No fué mucho lo que compartimos, y hoy me siento culpable por no haber colaborado en que ese tiempo sea un poco más grato. Sin embargo, creo que estás en algún lado, cerca, y que vas a entenderme.
Te quiero, Rosa. Nos veremos algún día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario